Actualmente vivimos en la era digital, donde ya podemos encontrar e investigar en alguna red social a las personas o empresas y de igual modo ellos a nosotros. Sin embargo, las tarjetas de presentación siguen siendo de gran utilidad como herramienta para ayudarnos a posicionar nuestra marca personal y hacer relaciones en los negocios.
Esto me recuerda cuando inicié mi proyecto de consultoría. Estaba indecisa en el aspecto final de mis tarjetas de presentación, no sabía por donde empezar y pasaba horas frente a la computadora tratando de generar una tarjeta que verdaderamente me representara. Tuve muchos errores y afortunadamente puedo decir que a raíz de eso pude darme cuenta de las claves que al final lograron consolidarme para hoy compartir algunas recomendaciones para el buen uso y mejor aprovechamiento de las tarjetas de presentación.
Aposté por un diseño elegante y muy profesional. Que este fuera coherente con la imagen que quería proyectar.
Prioricé la legibilidad. Ante todo, procuré usar textos en un tamaño adecuado y en suficiente contraste para poder facilitar la lectura.
Evité los colores estridentes, pues ese no era el objetivo de mi target. Esto me ayudó a tener mayor visibilidad en mi logotipo e información de contacto.
Incluí múltiples formas de contactarme. Mi nombre, a lo que me dedico, mi sitio web y correo fueron una de las partes más importante en mi tarjeta de presentación.
Cuidé la ortografía. Puse mucha atención a cada detalle en puntuación, acentos y fallas ortográficas, puesto que dichas faltas o errores de dedo podían afectar la imagen de mi marca.
Y como último consejo que te quiero contar es que nunca salgas sin tus tarjetas de presentación. Lleva un par contigo, siempre. Nunca sabrás en que momento te puedes encontrar a tu próximo cliente.
Recuerda que una buena tarjeta de presentación requiere de tiempo y creatividad, así que tomate el tiempo necesario para generar una tarjeta que cumpla con tus expectativas y con la que puedas estar satisfecho.
VN
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